La enfermedad ¿un negocio de la industria farmacéutica?
La industria farmacéutica se ha convertido en los últimos años en uno de los mayores entramados internacionales, acumulando un gran poder económico y, por ende, una enorme influencia a nivel político en los países en los que realiza sus negocios. Su poder de mercado ha crecido exponencialmente desde el desarrollo del fenómeno de la globalización, y se prevé que su influencia se acreciente con el paso de los años. De esta forma, empresas relativamente enormes, multinacionales, prácticamente dominan la totalidad de la producción y comercialización de fármacos a nivel global, así como la investigación en sus diferentes áreas.
Esta industria tiene un gran poder de mercado, ya sea por el modo de operación de sus empresas, su nivel de internacionalización, su capacidad de penetración, o por el poder económico de los monopolios que han creado en donde unas pocas empresas dominan la casi totalidad de la producción, investigación y comercialización de los fármacos a nivel mundial.
El mercado farmacéutico supera las ganancias por ventas de armas
A esto hay que añadir que el fenómeno de la globalización se ha convertido en un catalizador de beneficios de estas grandes multinacionales. Este fenómeno está posibilitando que los principios activos de los diferentes fármacos puedan ser adquiridos en países en donde sus precios son muchos más baratos (y quien sabe si de mejor calidad). Además, la instalación y puesta en marcha de grandes fábricas en estos países posibilitarán una disminución en los costes laborales y de producción. En este contexto es posible, y más que probable, que las grandes multinacionales farmacéuticas hayan conseguido maximizar sus márgenes de beneficios de una forma considerable.
Un puñado de empresas controlan cerca del 50% del mercado mundial
Este lucrativo negocio se ha convertido en uno de los sectores económicos más poderosos e importantes que existen en la actualidad. Ya en el año 2002 se puso de manifiesto el inmenso volumen de beneficios que acumulan estas empresas, que alcanzaron la astronómica cifra de 37 mil millones de dólares. Teniendo en cuenta estas cifras es fácil darse cuenta que los márgenes de beneficios que generan superan incluso las ganancias por ventas de armas o, mismamente, de telecomunicaciones.
Este mercado está dominado por un puñado de empresas que se encuentran en los países de mayor desarrollo (principalmente en Estados Unidos, Europa, y Japón), que controla una gran parte del mercado mundial. Tanto es así que tan solo unas 25 empresas controlan cerca del 50% del mercado mundial en el sector.
Esta privilegiada situación ha permitido que las empresas de esta industria puedan recurrir en la práctica a dudosas estrategias comerciales que posibilitan el aumento de sus márgenes de beneficio. De estas se pueden poner de manifiesto, grosso modo, las siguientes:
1. Realizan una gran presión propagandística de los fármacos que fabrican, aunque a veces no sean útiles y puedan ser nocivos para la salud.
2. Monopolizan la explotación de medicamentos en condiciones que, normalmente, suelen ser abusivas, lo que a veces puede repercutir en falta de atención hacia las necesidades objetivas de los enfermos y de sus capacidades adquisitivas.
3. No suelen realizar grandes inversiones en la investigación de enfermedades que afectan, principalmente, a países pobres.
4. Tienen tal poder, que a veces son capaces de influir para que se lleven a cabo modificaciones legislativas con el objeto de favorecer los intereses de la industria, aunque ello sea a costa de la salud de las personas que pudieran llegar a verse afectadas.
Si a lo anterior añadimos que esta industria se caracteriza por ser muy poco transparente, sería posible pensar que la fiscalización de sus márgenes de beneficio es bastante laxa, por lo que resulta difícil estimar sus beneficios reales. Un ejemplo lo podemos encontrar cuando surgió la alarma de la Gripe “A” (H1N1); todos recordamos que los gobiernos de diferentes países realizaron grandes compras de los medicamentos ofrecidos. Muy poco se sabe sobre las cantidades de dinero público que se invirtieron en esas compras, así como la veracidad de los ensayos clínicos realizados sobre esos medicamentos y sus efectos secundarios; y, sin embargo, se suministró a la población de una manera masiva y generalizada.
Nos encontramos, por tanto, ante una industria muy poderosa y enormemente lucrativa, que se ha enriquecido, y se enriquece, de la enfermedad.
Artículo original en: jjgantequera.com